UNA ZANAHORIA PARTIDA EN RODAJAS MILIMÉTRICAS
Una zanahoria partida en rodajas milimétricas. Nada que decir pero ganas de escupir, escupir poesía. Falta de entendimiento con una música muy alta dejándote sordo. Quieres entenderla pero te gruñe cuando te acercas. Mueres de ganas de tocarla, pasarle la yema de tus dedos por la piel y ver cómo es, qué tacto tiene. Una parte de ti teme que sea tan áspera como la piedra pómez. Una piel llena de rugosidades que sirve para borrar durezas. Te apetece verla desnuda, que se quite la piel, ver sus huesos duros. Partir alguno para hacerla daño, que sirva como un toque de atención. Que aprenda. Que sienta, y que le duela. Sabes que luego necesitarás cubrir de besos salados los trozos de hueso. Llevártelos a casa y tenerlos siempre a mano. Quieres tirarle del pelo casi tanto como acariciarlo. Llorar encima suyo para que vea lo cruel que es. Atar sus pies a la pata de tu cama y tirar la llave muy lejos, para que no se vaya, para que no te deje. Estas asustado, tiemblas cuando oyes su voz porque sabes que va a empezar a decir locuras, y que una vez que las traduzca a palabras, éstas cobraran cuerpo y se harán verdad. Odias tener que ver otra vez el espectáculo. Una boca que te encanta cuando está cerrada. Unos labios que siempre quieres comer, menos cuando hablan. Una voz cuyo sonido solo quieres escuchar cuando ella está soñando. Harto de vivir una y otra vez el nacimiento de las locuras que le salen cuando está consciente, prefieres verla solo cuando duerme.
3 comentarios:
Quiero meterme dentro tus palabras y no despertar.
Pero no deja de ser un sentimiento intruso.
crecí.
en fin un poco; saludos.
Y usted, dónde está perdida, de una señal al menos...
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