Miles de mapas

Desorden en una moqueta. Un cuerpo desnudo tumbado sobre ella. La mirada en el techo. El tiempo pasa más lento cuando entra en esa habitación. Miles de fotogramas grabados en las pupilas, entre pestañeo y pestañeo.

Un alma tranquila, que respira despacio. Sabiéndose grande, sabiéndose joven. Aún temprana. Una conciencia limpia, un futuro teñido de blanco puro...Algodón, viajes, soluciones, aire, fotografías, confianza...

Carne de gallina. Pequeños movimientos involuntarios que delatan vida. Una respiración. Un brillo de autocrítica. La señal de la sabiduría, la etiqueta de los indefinidos. Un vídeo en blanco y negro.

Es un cuerpo lleno, es un cuerpo vivo. Lleno de sangre y verdad, de músculos y de conocimiento, de huesos y novedad, de vida y mucha conciencia. De miedo, de lágrimas, de amor para dar, de ganas de aprender, de experiencias que vivir, de sonrisas de las que enseñan el alma, desnuda, de lágrimas sucias.

Una persona que se tira en una moqueta en vez de ir a cambiar el mundo. Que trabaja en algo que no le llena, que se queja, que sufre, que grita y que tiene un pecado capital. Que se deja llevar, que pierde la inspiración, que cede a la pereza.

Pero un alma que está aprendiendo a caminar, que crea miles de mapas, que escribe cientos de palabras, que planea millones de acciones y que empieza todos los libros. Un alma que por fin está naciendo, después de dos décadas de preparación.