Fue casi al comenzar

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martes, diciembre 07, 2010

Estás tumbada, abres los ojos. Pestañeas muchas veces para enfocar, pero no logras ver nada. Te estás llevando las manos a los ojos porque te pican, frotas con fuerza y descubres que tienes las manos sucias de tierra. Ahora lo ves todo marrón, pero huele muchísimo a humedad, como si estuvieras en medio de un bosque de conníferas. Podrías estar en cualquier lado. Hay infinitas posibilidades, pero no ves nada. Te quedas tumbada en el suelo, olfateando. Es curioso, la humedad tiene mil olores. Madera húmeda, tierra mojada, hongos de la humedad...

Notas el suelo mullido debajo de tus riñones. Un colchón. Tus pies descalzos. Tus uñas llenas de tierra. La suavidad. El frío del suelo en tu piel. Se eriza. Un hormigueo recorreo tu cuerpo. Arrastras las manos y coges puñados de tierra,estás apretando el material dentro de ellas. Se acostumbra a la curvatura de tus dedos. Percibes las infinitas gotas de agua que conforman el ambiente del lugar en el que te encuentras, e incluso vas notando como calan tu cuerpo.

Detienes tu respiración un segundo. Nada. No suena nada. Continuas respirando. Vuelves a abrir los ojos, cerrados todo el tiempo. Infinito. Estás viendo mil cosas y a la vez ninguna. Una espiral que junta colores, colores de otoño, pero de otoño húmedo. La tierra era marrón oscuro, y efectivamente hay coníferas a tu alrededor. El cielo está gris y muy lejos. Infinito otra vez. Ahora estás mirando tus pies, blancos como el frío. Tus piernas, desnudas. Tu tripa al aire. Tu pelo enmarañado y sobre la tierra mojada.
Dejas de respirar otra vez, no suena nada . Absolutamente nada.